Nunca he sido un hombre muy tremendo y debo confesar que no ha sido, precisamente, porque me hayan faltado ganas. Desde que un hombre nace es incitado a la tremendura. En distintas culturas esto es así, en nuestra tradición occidental ser hombre es sinónimo de fuerza, arrojo, valentía, potencia y muchos más apelativos que apuntan…