Maritza Villareal llevaba media hora de caminata. Cada tanto aprovechaba la sombra de los árboles para descansar un poco. Una mañana de julio, la debilidad de sus piernas pudo más y cayó al pavimento. Sus rodillas comenzaron a sangrar, el ardor era casi insoportable, pero sin dudar siguió su camino al Hospital Universitario de Maracaibo,…